Análisis del estilo de personalidad de “San Francisco de Asís”
Eneagrama de la personalidad – desQbre Psicología y Formación
Análisis psicológico de San Francisco de Asis
Giovanni Francesco di Pietro Bernardone, San Francisco de Asís, hijo de los ricos comerciantes Pedro de Bernardone y Monna Pica, nació el 5 de julio de 1182 en Asís (Italia), en una era de cruzadas y luchas territoriales entre católicos y musulmanes (entre otros conflictos)
En su infancia no le faltó de nada, tuvo a su alcance todos los lujos de la época.
De joven se caracterizó por llevar una vida hedonista, despreocupada, intensa, aventurera y derrochadora. Disponía de dinero en abundancia gracias a su familia y Francisco se lo gastaba en juergas constantes. No se dedicaba a nada más que a su consumo en señoritas, alcohol, buena comida y fiestas con los amigos. Sabía cómo divertirse.
Ni los negocios, ni los estudios le interesaban mucho, su máxima obsesión por aquel entonces era exprimir todas las diversiones y placeres que tenía frente a él.
Su padre quería que fuera como él, continuando con el negocio familiar, pero Francisco lo que deseaba era salir con sus aristocráticos amigos, pelear, meterse en problemas y asistir a bailes. El placer siempre ganaba la batalla contra el deber.
A Francisco le entusiasmaban las románticas tradiciones de caballero. Los caballeros eran los héroes medievales, y si Francisco tenía una ambición, esa era la de convertirse en un héroe de guerra como ellos. Se entrenó en la lucha, equitación y tiro con arco. No se ponía límites a la hora de buscar constantemente nuevas experiencias y fuentes de estimulación expandiendo los límites de lo que conocía. Comenzó su vida como un “pecador” empedernido y se convirtió en soldado guiado por el ideal de la caballería.
Siendo comerciante o mercader podías hacerte rico y obtener una buena posición en la sociedad, pero esta opción le parecía insulsa a Francisco, le aburría lo común, lo corriente y lo cotidiano. Prefería ser caballero ya que podía ofrecerte algo más. Viajar al extranjero y ver nuevos lugares, conseguir fama y fortuna luchando, el deseo de las mujeres que se sentirían atraídas… todo parecía emocionante para el joven Francisco. Albergaba la ilusión de que todas las cosas idílicas, extraordinarias y misteriosas fueran ciertas. Fantaseaba siempre con un futuro mejor para huir de su angustia, del aburrimiento y del compromiso con cualquier cosa que consideraba monótona.
Cuando Francisco tenía 20 años participó en el enfrentamiento entre Perugia y Asís, cayendo prisionero, estuvo cautivo un año en una húmeda celda subterránea, hasta que la familia pagó su rescate. Aquí contrajo diversas enfermedades que le hicieron comenzar a replantearse su vida. Aunque las condiciones eran deprimentes, él seguía siendo el que levantaba el ánimo y mantenía unido al grupo.
Cuando regresó ya no era la misma persona, los horrores de la guerra, enfermedades y el cautiverio le habían transformado.
Todas sus ilusiones se habían frustrado ya que nada era como había imaginado. La visión idílica de las guerras y enfrentamientos entre caballeros fueron sustituidas por enfrentamientos cuerpo a cuerpo, hombres mutilados, sangre y gritos de dolor.
Intentó volver a su vida anterior, ver a sus viejos amigos, etc. Pero sintió una profunda insatisfacción, la angustia ya no se tapaba con los placeres, ya nada era capaz de llenar ese vacío y, al contrario que antes, empezó a frecuentar lugares apartados donde rezaba, se lamentaba y lloraba para desahogarse… buscando alguna respuesta a ese malestar.
Cuando se quedó sin estrategias por el golpe duro de la vida, cayó en un profundo pozo como si padeciese una depresión, de la que siempre huyó, pero cuya posibilidad latente intuía o temía.
Un día, mientras paseaba en caballo por el camino, se cruzó con un leproso. Francisco se bajó del caballo y le besó, describiendo la sensación como un sabor dulce en la boca. Se sentía extasiado. El hecho de obligarse a hacer algo que le resultaba repulsivo, los leprosos eran los intocables de la época, y hacerlo de buen agrado, liberó a Francisco de muchas de sus inhibiciones.
Lo que un día vivió como un auténtico mazazo, una pérdida de identidad y de control, una auténtica desgracia, en realidad fue una bendición, una de las pocas oportunidades para madurar, de avanzar y de cambiar la gula (como intento de llenar el vacío) por la introspección, el silencio y la aceptación de las luces y sombras de la vida.
Entonces se dio cuenta de que los verdaderos leprosos no eran los físicos, sino la moral e ideales con los que había vivido hasta el momento. Tras el desagradable exterior está la verdadera persona (Cristo para él).
En la primavera de 1206 Francisco tuvo su primera visión o revelación. En el pequeño templo de San Damián, medio abandonado y en ruinas, oyó ante una cruz bizantina: “Ve, Francisco, repara mi iglesia”.
Para conseguir el dinero necesario para reconstruir la iglesia, Francisco robó a su padre una pieza de tela y un caballo. Justificándose a sí mismo con que era por algo superior, por algo bueno, pero en el fondo sintió un impulso irrefrenable y lo primero que se le ocurrió hacer fue esto, sin tener en cuenta cómo se sentiría su padre ni qué repercusiones habría después.
Su padre, al enterarse de lo que había hecho, le llevó a rastras ante el obispo de Asís, el cual instó a Francisco que devolviera el dinero. Éste se quitó toda su ropa, en un acto de rebeldía e histrionismo, y se la devolvió junto con el dinero. Desde ese momento dijo que Dios era el único padre que reconocía, siendo esto, en su medida, una agresión hacia su padre biológico (no hay indicios de que volviera a hablar con él). Su padre, ante ello, le desheredó, reafirmando o potenciando así la actitud de Francisco.
Si voy a servir a Dios, alguien a quien le gusta todo lo bueno, será en la absoluta y total pobreza. Francisco quería emular a Jesús, quien no tenía hogar, dejó a su familia y se dedicó a la predicación.
“Comienza haciendo lo necesario, luego haz lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. San Francisco de Asís.
Se dio cuenta de cómo su gula, por los placeres y todo aquello que le resultara estimulante, no le satisfacía, ya no le era gratificante, no le hacía realmente feliz. Decidió romper o poner al servicio de su voluntad al ego, su gula, redefiniéndose como anti-hedonista. Quería domesticar al ego renegando del placer.
Intentaba evitar los pensamientos “pecaminosos” (que los tenía) con castigos y tormentos continuos. Un sacrificio con cierto aire de masoquismo. Por ejemplo, añadía ceniza a su comida para que así el sabor no fuera atractivo. Lo que no sabemos es si en estos actos encerraba cierto narcisismo por decirse a sí mismo, “yo estoy más cerca de Dios por lo que hago y pienso…. ¡fijaos!”, pero esto no lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que así refrenaba e intentaba gestionar sus deseos e impulsos.
“Cuanto más tentado te veas, sábete que eres más amado”. San Francisco de Asís.
En 1208 escuchó una voz que le decía que saliera al mundo, y Francisco se apoyó en el texto de Mateo 10, 5-14, ” Y si alguno no os recibiere ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies.”. Comenzó a predicar el evangelio, descalzo y con un harapo ceñido con una cuerda. Predicaba la pobreza como un valor y proponía un modo de vida austero y sencillo.
La iglesia, al igual que sus regidores, era inmensamente rica, y a Francisco no le gustaba la idea de que las riquezas pudiesen corromper el ideal apostólico básico. La pobreza y la sencillez de la Iglesia primitiva.
El foco de su atención había cambiado de él mismo (sus experiencias y su felicidad inmediata) al mundo que le rodea.
Vivía en la indigencia, mendigando comida, atrayendo seguidores con su palabra y ejemplo. Cuando hablaba, la gente se reunía a su alrededor. En ocasiones no decía ni una sola palabra para a continuación romper a llorar o a bailar y cantar (un comportamiento algo dramático y un poquito bipolar).
Se expresaba de forma viva, fascinante y a menudo arrebatadora. Con un lenguaje detallista, colorista y estimulante.
Al poco tiempo ya tenía 12 discípulos que se convertirían en los hermanos originales de su orden, la que se llamaría Primera Orden
A Clara de Favarone, una belleza que pertenecía a una de las familias más adineradas de Asís, le entusiasmaba este nuevo predicador. El domingo de Ramos de 1212 Clara huyó de su casa con 17 años, sintió el impulso de unirse a Francisco en su predicación. Posiblemente enamorada platónicamente de él, al menos al principio, pero sin pruebas que lo demuestren.
Francisco la aceptó, pero la familia Favarone y la autoridad eclesiástica no podían permitir que Clara viviera con Francisco y se convirtiera en predicadora. Una época en la que se esperaba que la mujer, de orden religiosa o no, permaneciera enclaustrada, Francisco y su nuevo movimiento se posicionaba frente a la iglesia, pues aceptar a mujeres predicadoras con libertad de pensamiento era algo revolucionario para la época.
Al final Clara fue confinada en un convento y Francisco terminó por no atreverse a desafiar más a la jerarquía establecida. Con el tiempo y a través de ella se estableció la orden de las Damas Pobres (las Clarisas) (segunda orden Franciscana)
Francisco busca una religión directa que emocione. Daba bondad a cambio del aprecio y los aplausos. Se pone un mayor énfasis tanto en el sufrimiento de Jesús como en la dulzura de la virgen. La función social de Francisco perfectamente podría haber sido la de “estimulador”. Tuvo un inmenso eco entre las clases bajas.
“Entretenerse en buscar defectos al prójimo es prueba suficiente de no ocuparse apenas de los suyos propios”. San Francisco de Asís.
La pasión de Francisco por la naturaleza no tenía límites, para él los animales eran nuestros “hermanos y hermanas”.
“Dios creó a todas las criaturas con amor y bondad, grandes, pequeñas, con forma humana o animal todos son hijos del Padre y fue tan perfecto en su creación que dio a cada uno su propio entorno y a sus animales un hogar lleno de arroyos, árboles y prados hermosos como el propio paraíso. Aquellos hombres capaces de irrumpir con la voluntad de Dios y arrebatar de la madre tierra a sus animales estarán cometiendo un gran error y siempre serán juzgados por aquellos que sí respetan la creación divina de Dios tal y como él la creó”. San Francisco de Asís.
“Al igual que algunos animales se alimentan de otros para subsistir, Dios le dijo al hombre que podía tomar los animales que necesitara, sólo hasta encontrar una mejor solución, no para caprichosos, vestidos o hacerlos sus esclavos. Yo no como animales por respeto a mis hermanos, el hombre debe entender el verdadero mensaje de Dios para con sus animales, debe ponerse en el lugar de aquellos animales desamparados, abandonados y maltratados, sólo así habrá paz, de lo contrario llegara el día en que los hombres verán con sus propios ojos cómo se contamina y muere su entorno y abusarán no sólo de los animales sino también de sus pares humanos”. San Francisco de Asís.
Francisco decidió presentarse ante el Papa Inocencio III en Roma, junto con sus discípulos originales, para que le aprobara la primera regla de la Orden. El consentimiento oficial de su Orden. Cuando de veras deseaba algo, normalmente encontraba la manera de obtenerlo.
El Papa no sabía qué hacer con este joven tan estrafalario, y le dijo (se supone que irónicamente) “vuelve al lugar al que perteneces, predica y duerme con los cerdos”. Francisco se marchó, pasó la noche en una pocilga y regresó al palacio papal al día siguiente, totalmente lleno de estiércol. El Papa se conmovió y le escucho, aceptando la bendición para su orden.
Venció su miedo básico, verse despojado de todo y atrapado en el sufrimiento. Así consiguió comprometerse a fondo con las cosas. Al internalizar sus experiencias, creó las anclas que necesitaba para encontrar la seguridad y estabilidad en su vida.
En 1215 la congregación Franciscana ya se había extendido por Italia, Francia y España.
Francisco era una persona de gran carisma que atrajo a miles de seguidores, tenía un trato abierto y cordial. Utilizaba su encanto social para resultar agradable, ganándose así el apoyo y la admiración de los demás. Solía caer bien por el encanto que desplegaba. En el fondo quería ser visto como una buena persona, pura y virtuosa.
En 1219 arriesgó de nuevo su vida, buscando un desafío y aventura diferente, yendo con la quinta cruzada a Egipto, no para luchar, sino para transmitir su mensaje. Aunque no consiguió su principal objetivo, convertir al sultán, y por tanto, a todos sus súbditos. Después viajó a Tierra Santa permaneciendo allí hasta el año 1220.
“Nadie debe llamarse enemigo, todos son tus benefactores y nadie te hace daño. No tienes enemigo excepto tú mismo”. San Francisco de Asís.
La Orden, durante su ausencia, estaba en un caos, hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos. Empezaron los problemas y a Francisco no se le daba bien resolverlos. Renunció y entrego la dirección de la orden a Pedro Cattani, dedicando los siguientes años a planear lo que sería la Tercera Orden Franciscana, los Terciarios.
En septiembre de 1224, según algunos textos, tras cuarenta días de ayuno y oración en el monte Alverno, junto a los ríos Tíber y Arno, aparecieron en su cuerpo las marcas de la crucifixión de Cristo, los estigmas. Fue llevado a Asís, donde pasó los años que le quedaban marcados por el dolor.
Hacia el final de su vida se dio cuenta de que no había tratado muy bien su propio cuerpo, e incluso se disculpó ante el hermano asno, como él llamaba a su cuerpo, diciéndole “lo siento, te he tratado muy duramente y no te lo merecías”
Francisco falleció el 3 de octubre de1226. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís.
“Recuerda que cuando dejes este mundo, no puedes llevarte nada que hayas recibido; solo lo que has dado”. San Francisco de Asís.
En 1980 el Papa Juan Pablo II le proclamó patrón de los ecologistas.
Obra a destacar:
- El Cántico de las criaturas, redactado probablemente un año antes de su muerte. 33 versos en los que le agradece al creador la existencia del “Hermano Fuego”, la “Hermana Agua”, la “Hermana Tierra”…
Cántico de las criaturas
Altísimo y omnipotente buen Señor, tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el Señor hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor, por aquellos que perdonan por tu amor, y sufren enfermedad y tribulación; bienaventurados los que las sufran en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana muerte corporal, de la cual ningún hombre viviente puede escapar. Ay de aquellos que mueran en pecado mortal. Bienaventurados a los que encontrará en tu santísima voluntad porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor y denle gracias y sírvanle con gran humildad…
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Perfil psicológico de San Francisco de Asís
El estilo de personalidad de Francisco de Asís pertenece al eneatipo 7, subtipo Social, del “Eneagrama de la personalidad”
Dedicado a Patricia Abejón V.
Autor: Jesús Seijas Queral – Psicólogo.
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Biografía:
Análisis realizado gracias a las enseñanzas, estudios y libros de Don Richard Riso: Tipos de personalidad (Ed. Cuatro Vientos), La sabiduría del Eneagrama (Urano, Madrid, 2001) y Claudio Naranjo: El Eneagrama de la sociedad. Males del mundo. Males del alma. (Temas de Hoy, Madrid, 1995), Carácter y neurosis La Llave, Vitoria, 1996), Gonzalo Morán – pobreniniopijo.blogspot.com
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